Texto: Isaías
43:1-9
Introducción:
Cuando Isaías
escribió estas palabras el pueblo de Dios se encontraba cautivo en Babilonia.
Su ciudad estaba prácticamente destruida y sólo quedó desorden, ruinas.
Muchos hombres
y mujeres murieron; esposos tuvieron que ver como sus esposas eran violadas;
otros como sus hijos eran arrancados de sus brazos, etc.
El pueblo
estaba respirando un aire de derrota; miraban sus aspiraciones rotas: sus
sueños fueron eliminados, su energía desgastada y su futuro su futuro se veía
oscuro.
Fue en esta
atmósfera que el salmista escribió el salmo 137, en el cual se describe el
desconsuelo del pueblo en el cautiverio.
Lamento de los cautivos en
Babilonia
Junto a los ríos de
Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun
llorábamos, Acordándonos de Sion. Psa 137:2 Sobre los sauces en medio de ella Colgamos
nuestras arpas. Psa 137:3 Y los que nos habían llevado cautivos nos
pedían que cantásemos, Y los que nos
habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos
de Sion.
Psa 137:4 ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová En tierra
de extraños? Psa 137:5 Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, Pierda mi
diestra su destreza. Psa 137:6 Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no
me acordare; Si no enalteciere a Jerusalén Como preferente asunto de mi
alegría.
Psa 137:7 Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el
día de Jerusalén, Cuando decían:
Arrasadla, arrasadla Hasta los
cimientos. Psa 137:8 Hija de Babilonia la desolada, Bienaventurado
el que te diere el pago De lo que tú nos hiciste. Psa
137:9 Dichoso el que tomare y
estrellare tus niños Contra la peña.
Es en medio de
esta situación de desconsuelo y desesperanza que Dios le dice a su pueblo que
no tienen por qué temer porque Él es más grande que sus circunstancias; El es
más grande que sus enemigos; El es más grande Que sus temores.
En este pasaje
Dios nos presenta cuatro razones por las cuales el pueblo de Dios no debe
temer. ¿Por qué el pueblo de Dios no debe temer?
I.
Porque somos hechura especial de Dios (v.1)
“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh
Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse
nombre, mío eres tú”
La palabra
“formador” que aparece en el versículo 1, es traducida en la Biblia de
Jerusalén como “plasmador”. La palabra que se usa aquí es la misma que se usa
en Ge 2:7, donde dice que Dios “formó al hombre del polvo de la tierra” El
salmo 139:13-16, también nos presenta una hermosa descripción de la actividad y
cuidado de Dios en nuestra creación.
“Psa 139:13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Psa 139:14 Te alabaré;
porque formidables, maravillosas son tus obras;
Estoy maravillado, Y mi alma lo
sabe muy bien. Psa 139:15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido
en lo más profundo de la tierra. Psa 139:16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro
estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas, Sin
faltar una de ellas”.
El creyente no
debe temer porque él no es un accidente de la naturaleza, ni llegó a este mundo
por error. Independientemente de lo que creamos, hemos salido de las manos de
un Dios sabio, que nos ha creado con un propósito: “para que seamos para
alabanza de su gracia”. Hay una segunda razón por la que el creyente no debe
temer:
II.
Porque Dios ha prometido estar presente en medio de los mayores peligros y
dificultades (v.2)
“Cuando pases por las aguas, yo estaré
contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te
quemarás, ni la llama arderá en ti”.
No importa que
tan grande sea la situación por la cual tú estés pasando:
- Que
tu hogar se esté haciendo pedazos.
- Que
tu matrimonio esté pasando por dificultades.
- Que
tengas un ser querido en el lecho de muerte.
- Que
sientas que nadie te comprende.
- Que
tu situación económica se venga abajo.
No importa cuán
amarga o difícil sea nuestra situación, Dios ha dicho que no nos ahogará y que
el fuego no nos quemará. Pero también hay otra razón por la que el creyente no
debe temer:
III.
Porque somos objetos de su amor especial (v.4)
“Porque a mis ojos fuiste de gran estima,
fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu
vida”
Una de las
declaraciones más hermosas del amor se encuentra en Cantares 8:7 “Las muchas
aguas no podrán apagar el amor ni lo ahogaran los ríos”.
Pero una de
las más impresionantes se encuentra en Óseas 11 donde se describe el inmutable
amor de Dios hacia su pueblo obstinado.
Dios se compadece
de su pueblo obstinado
Cuando Israel era
muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
Hos 11:2 Cuanto más yo los llamaba, tanto más se
alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios.
Hos 11:3 Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo
Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba.
Hos 11:4 Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas
de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse
delante de ellos la comida.
Hos 11:5 No volverá a tierra de Egipto, sino que el
asirio mismo será su rey, porque no se quisieron convertir.
Hos 11:6 Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá
sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos.
Hos 11:7 Entre tanto, mi pueblo está adherido a la
rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me
quiere enaltecer.
Hos 11:8 ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te
entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a
Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión.
Hos 11:9 No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré
para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti;
y no entraré en la ciudad.
Hos
11:10 En pos de Jehová caminarán; él rugirá como
león; rugirá, y los hijos vendrán temblando desde el occidente.
Hos
11:11 Como ave acudirán velozmente de Egipto, y de
la tierra de Asiria como paloma; y los haré habitar en sus casas, dice Jehová.
Hos
11:12 Me rodeó Efraín de mentira, y la casa de
Israel de engaño. Judá aún gobierna con Dios, y es fiel con los santos.
Siendo, pues,
nosotros objetos de tal amor no hay razón para temer. Consideremos, en último
lugar, otra razón por la que el creyente no debe temer.
IV.
Porque Dios quitara todo obstáculo que impida que su pueblo alcance lo que Él
ha prometido (v.19-20)
“He aquí que yo hago cosa nueva; pronto
saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos
en la soledad.
Isa 43:20 Las fieras del campo me honrarán, los
chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en
la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido”.
Luego de
recordar a su pueblo los milagros que hizo en el pasado para llevarle a la
tierra prometida, Dios promete convertir el desierto en un oasis.
No importa que
tan árido parezca nuestro desierto, podemos tener la seguridad de que Dios, a
su tiempo, lo convertirá en un oasis.
Josué tenía
que superar sus miedos, y puesta su confianza en Dios, con esfuerzo y valentía
debería de llevar a Israel hacia la tierra prometida, superando todos los
obstáculos que se presentaran (Jos 1:9).
Josúe finalmente
adentró a Israel a Canaan, lucharon contra sus enemigos y poseyeron la tierra,
la distribuyeron según las tribus de Israel y “No faltó palabra de todas
las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió”.
No hay
obstáculos, por grande que parezca, que pueda impedir que el pueblo de Dios alcance la realización a
la cual Él los ha llamado.
¨Pecado
¿Quieres ser
parte del pueblo de Dios? Cristo es la solución.
Mateo 28:18-20
Efesios
2:11-22